lunes, 6 de febrero de 2017

CIELO E INFIERNO



De la pareja perfecta y encantadora a la pareja egoísta, insensible e incluso cruel. Nada es suficientemente bueno, grandioso o perfecto para una persona narcisista, ni siquiera tú. ¿Te has enamorado de alguien ahogado en su reflejo ideal? Ten cuidado: no te ahogues también.
En una primera instancia, parecen personas superiores al resto. Más agradables, más serviciales, más románticos, más inteligentes, más fascinantes. Parecen ser la respuesta idónea para todas las personas que vegetan en sus vidas esperando que llegue ese amor de película que les haga vibrar. PRÍNCIPES AZULES O PRINCESAS ROSAS.
Al inicio de la relación, ya existen detalles que resultan muy extraños. Pequeñas críticas, desplantes o discrepancias entre hechos y palabras. Entre el despliegue del cortejo, se suelen ignorar las alarmas.
No todas las personas que dan una de cal y otra de arena padecen de narcisismo patológico. PERO EL NARCISISTA SIEMPRE DA UNA DE CAL Y OTRA DE ARENA y la descompensación entre una conducta y la otra, es abismal. Una de las frases más comunes en quienes han tenido una pareja de este tipo es ¨me subía al cielo para estrellarme contra el suelo¨. ¿El resultado?: el otro se enamora perdidamente o sale huyendo.
A pesar de lo que se cree, no es una persona que se quiere una barbaridad. No es un amante, es un enamorado. Tiene una imagen idealizada de sí mismo/a. El mismo proceso es el que sigue al elegir pareja. No puede enamorarse si no ve al otro como alguien superior, ya sea por su belleza, juventud, dinero o estatus social.
AL IGUAL QUE NO CONSIGUE PASAR DEL ENAMORAMIENTO AL AMOR POR SÍ MISMO, tampoco lo sabe hacer con su pareja. Y como no puede compartir el trono, pasa de idealizarla a devaluarla. Su compañero es su reflejo: cuando lo castiga, se castiga por no ser extraordinario; por no ser digno de ser amado.
Los narcisistas son personas dependientes de los demás. Su autoestima depende de la mirada ajena. Una impresión positiva le llena, una impresión negativa, le hunde. A medida que pasan los años, su público va abandonando el espectáculo enfrentándole con la amenaza más temible: la soledad.
NO ACEPTA LA REALIDAD: razonar con una persona con este problema conduce a la más absoluta frustración. Simplemente, habla en otro idioma. Puede admitir el punto de vista del otro en el momento, pero será un acuerdo fugaz. Sus esquemas son rígidos: les aterrorizan los cambios que no pueden controlar.
La pareja narcisista acostumbra a tener UNA PERSONALIDAD ADICTIVA: al temer la realidad, necesitan evadirse constantemente. Son habituales pero no siempre y en todos los casos, los problemas con el alcohol y/o las drogas, en especial la cocaína, u otro tipo de adiciones como coquetear continuamente por Internet o con amistades ya echas….
Tampoco pueden amar: SU NULA AUTENTICIDAD Y SU ESCASA EMPATÍA LES MANTIENEN EN UN ESTADO DE DESCONEXIÓN con sus propias emociones y las de los demás. Funcionan en base de apariencias. Para ellos, sólo hay dos tipos de personas: las que utilizan o las que se dejan utilizar. Como temen a su propia humanidad, la rechazan en los demás.
NO MUESTRA UN VERDADERO INTERÉS POR EL OTRO: ni sus sueños, ni su entorno, ni sus amistades, ni su familia, ni sus intereses o necesidades son relevantes para la pareja narcisista.
Carecen de autocontrol: tienen explosiones de ira por razones que parecen absurdas. Finalmente LA PAREJA SE ENCUENTRA PIDIENDO PERDÓN HASTA POR PEDIR PERDÓN.
A pesar de las apariencias, sufren mucho. Desconocen quienes son realmente y como expresarse ante un mundo del que se encuentran desvinculados. El narcisista es realmente una persona amordazada en el interior de una cárcel erigida con miedos. Sólo una crisis grave o la pérdida pueden abrirle las puertas de un cambio.
Aún a día de hoy, las personalidades narcisistas son socialmente admiradas.
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